La festividad de San Fermín es esperada con ilusión por la gran mayoría de los españoles de norte a sur y de este a oeste de la península, y de muchos extranjeros. Por eso hemos querido emularla en nuestra residencia.

Este es el primer año que la celebramos y el éxito que ha tenido ya ha sentado un precedente.

Hicimos un primer encierro el 7 de julio, pidiéndole bendiciones a San Fermín, y un último el 14 entonando el “pobre de mí”. En ambos encierros nuestro tasoc y nuestro psicólogo fueron el toro bravo y maravilloso que corrió detrás de toda aquella persona con la que se iba encontrando: familiares, personal de la residencia e incluso algún residente valiente que se atrevió a torearle.

Pero además en el primer encierro contamos con un segundo toro bravísimo; Cartucho, un toraco negro y peludo, y este sí, con cuatro patas.

Y no hubo chupinazo, pero sí mascletá, que para algo estamos en Castellón.

Los mayores participaron con mucho interés y se divirtieron con cada peripecia que hacia el toro y los toreros espontáneos.

Celebrar la fiesta de San Fermín es una buena manera de dinamizar la diversión entre las personas mayores, además de conseguir orientarles en el tiempo, fomentar las relaciones sociales y mejorar su bienestar emocional.

Al terminar los encierros disfrutamos, en ambos casos, de ricos polos que los participantes del taller de cocina habían elaborado ellos mismos. Al igual que nuestra modista y costurera oficial, Lali, nos hizo las típicas pañoletas rojas.

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