El pasado jueves 15 de agosto, aprovechando que era festivo y que estamos en época de festivales, nos montamos uno pequeño aquí mismo en la resi.
No teníamos a grandes profesionales, pero sí un gran cartel: NORA Y TOMÁS
NORA tiene nueve años y medio, es de Vila Real y nieta de un compañero. Hace poco, a través de una amiguita descubrió su afición por la música; quería tocar el piano. Hoy en día existen academias y conservatorios y un nivel de vida que nos ofrece la oportunidad de desarrollar este tipo de aficiones.
Nora lleva muy poquito tiempo practicando, es una valiente artista amateur que quiere mostrarnos su progreso y hacer que su yayo se sienta bien orgulloso.
TOMÁS tiene 74 y un poco más de medio. Estudió para sacerdote en un seminario, donde entró en contacto por primera vez con la que sería su gran afición: la música. Pero siendo el único varón en casa, al faltar su padre tuvo que hacerse cargo de la economía familiar trabajando en el campo. No acabo sus estudios, aunque finalmente se sacó una plaza en el sector sanitario, allí estuvo trabajando hasta que hace unos años por fin se jubiló. Entre tanto, Tomás se casó y tuvo 3 hijos. Al más joven le intentó inculcar su afición por la música, y en un principio este le respondió. Su hijo quería tocar el acordeón y Tomás no lo dudo. Se fue a «Portolés» y le compró el mejor acordeón de la tienda, un «Paolo Soprani».
Pero el «Paolo» pronto se quedó aparcado en un rincón. Allí estuvo hasta el momento en el que Tomás se jubila. Tomás supo ver y entender que la vida le brindaba ahora una segunda oportunidad para recuperar aquella afición. Tenía tiempo, un «Paolo Soprani», y un objetivo que le había marcado su experiencia trabajando en diferentes centros sanitarios: llevar a estos rincones su alegre música y su mensaje: NUNCA ES TARDE…
